Semana 11 de 52 ¿A donde van?
Musas
tardías
La
jornada comienza a languidecer y un moribundo rayo de sol se cuela cansado por
la ventana que cada tarde calienta mi espalda. Yo sigo sentado en mi sillón, la
mano en la barbilla, mirando el inmaculado folio en blanco que muestra la
pantalla de mi ordenador. Tampoco hoy las musas parecen querer bajar a
saludarme. Un café humeante reposa sobre la mesa del escritorio tras el tercer
viaje a la cocina. A veces pienso que es el tedio que me asola cuando no encuentro
trama que desarrollar el culpable de la abultada redondez de mi cintura.
Por
enésima vez miro el correo para distraer la monotonía. Nada nuevo, solo tres mensajes
de spam, que borro, y dos PowerPoint que decido abrir más tarde. Me doy una
vuelta por Internet y acabo en Facebook, repartiendo “me gustas” a frases de
autoayuda y retóricas citas existenciales que nadie entiende pero que quedan solemnes
sobre el pétreo rostro de la Madre Teresa de Calcuta, de Rabindranath Tagore
o de una puesta de sol en alguna apacible isla del Índico.
Un
hormigueo de culpable zozobra recorre mi estómago. Me digo que así no voy a
adelantar nada y lo cierro todo mientras en voz alta me digo aquello de “Que
las musas te pillen trabajando”. Vuelta a contemplar el folio, que sigue blanco
y puro como hace dos horas y media. Por no tener no tengo ni un título con el
que bautizar el relato que mañana jueves tengo que presentar. Mi inspiración sigue
ausente.
Doy
un sorbo al café que ya está tibio y miro distraído las paredes de la
habitación. Caigo en la cuenta de que al techo le hace falta una mano de
pintura y rio recordando a Serrat. De repente me entran ganas de escucharle.
Busco en mi discoteca de MP3 y su reverberante voz me envuelve de sensaciones.
Con envidia lamento no tener su virtuosismo para engarzar historias que conmuevan
al corazón. De pronto, una de esas canciones me hace arquear las cejas. ¡Hacía tanto
que no escuchaba “Una de piratas”!. Mi cabeza se llena de nostalgia evocando
aquellos momentos cuando por casa aun correteaban pañales.
Todos los piratas
tienen un temible bergantín, con diez cañones por banda y medio plano de un
botín…
Noto que me pongo melancólico y eso, al final, siempre trae consigo algún estímulo. No hay nada como la emotividad para cazar hadas al aire.
Noto que me pongo melancólico y eso, al final, siempre trae consigo algún estímulo. No hay nada como la emotividad para cazar hadas al aire.
Hace un rato que encendí la luz artificial, la noche ya cayó. Del café solo queda
algún poso que ni para leer sirve mientras las canciones de Serrat siguen
sucediéndose; ahora suena, “Mi niñez”:
Tenía un balcón con albahaca y un ejército de botones y un tren con vagones de lata roto entre dos estaciones.
Tenía un balcón con albahaca y un ejército de botones y un tren con vagones de lata roto entre dos estaciones.
Es
entonces cuando siento como la melodía se va fundiendo con mis sentimientos,
con mis propios recuerdos, y las palabras surgen. Primero despacio, suave, envolviéndome,
pronto las frases se van agolpando de una manera atropellada, mágica, casi diría
que son las propias musas quienes graciosamente las van dejando caer:
La llave estaba
colocada en la cerradura. Cuando lo abrió, un pequeño nudo se le puso en la
garganta. Allí estaban los juguetes que aun recordaba y que hacía tantos años
que no veía. Empezó a escarbar entre aquella maraña de objetos de su infancia.
Vio sus Mádelman y algunos peluches, entre ellos el viejo Simba, el león que
fue su compañero de almohada durante tantas noches, el tren eléctrico, sus
antiguos Juegos Reunidos, algunos cuentos troquelados y el álbum de cromos de
Vida y Color que tanto le costó terminar. También encontró, bien plegadita
dentro de una bolsa y colocada al fondo del baúl, su vieja camiseta de portero
de fútbol…
Mis
dedos corretean por el teclado, veloces, las ideas brotan de mi cabeza, la
historia, comienza a fluir...
*NOTA: A todos cuantos habéis llegado hasta el final de este (algo largo) relato quiero mostraros mi agradecimiento y aprovechar para despedirme temporalmente.
Sindel, querida amiga, no te he seguido en demasiados lunes, pero sí tenía claro que esta despedida pasaría por aquí. Además, me ha inspirado el lema de tu propuesta para hacerlo de una manera más literaria (aunque supongo que todavía subiré otra entrada dando alguna explicación)
Sindel, querida amiga, no te he seguido en demasiados lunes, pero sí tenía claro que esta despedida pasaría por aquí. Además, me ha inspirado el lema de tu propuesta para hacerlo de una manera más literaria (aunque supongo que todavía subiré otra entrada dando alguna explicación)
"¿A donde van?" preguntas: yo, de momento, a tratar de seguir a mis musas.
Querido compañero, sabes que no me gustan las despedidas, pero si son temporales puedo afrontarlas. Entiendo que te tomes un tiempo para aprovechar las musas y lo que me consuela es que luego podré leer el fruto que ha dejado esta distancia temporal que se avecina.
ResponderEliminarTe agradezco mucho que hayas decidido participar una vez más en mi propuesta, ya te dije muchas veces que admiro tus textos, los disfruto a más no poder.
Me quedo acá esperando tus novedades con ansiedad.
Un abrazo inmenso.
Querido José, corre tras tus musas que al final de la narración de ese día de folio en blanco, tedio cibernético y tazas de café, te están abriendo la puerta hacia algo que estoy segura será estupendo, cuando ingreses al lugar al que te están invitando a entrar. Såbete (jaja) que ni cuando narras un día así tienes desperdicio, por muy largo que sea tu texto. Pues ha sido muy rico imaginarte, gracias a tu buen hilván de palabras.
ResponderEliminarUn abrazo muy grande!!
Vaya jornada, lindo texto. Parece que las musas se habían quedado letárgicas bajo ese rayo moribundo del sol. Lo bueno que no te distes por vencido, y seguiste con el fin de encontrarlas. ¿Y tú vez? Allí estaban escondidas, esperando, quizá, las despertaras con las bellas canciones de Serrat.
ResponderEliminarNo dejes escapar a las musas, ve tras ellas y disfruta de su compañía. Aca estaremos atentas a tu regreso. Beso
He llegado hasta el final porque me sentía atrapada, y ahora te deseo que alla donde busques encuentres lo que necesitas. Que seas feliz. Un abrazo
ResponderEliminarEntonces no es una despedida sino un "Hasta pronto!"... así será, eso espero... y que a tu vuelta hayas encontrado aquello que buscabas.
ResponderEliminarUn beso.
Espero que encuentres a tus musas reunidas y que ellas tras ese periodo de descanso vuelvan como tu con las pilas cargadas y lleno de inspiración.
ResponderEliminarBesos
Anda, ¿te vas? Ya me contarás donde, pero seguro que te veo pronto. Creo que veo alguna clave, pero me lo cuentas, ¿de acuerdo?
ResponderEliminarMe ha hecho gracia, estaba recordando la canción de Serrat de la mano de pintura cuando la citaste.
Como sea, mucha suerte.
Un fuerte abrazo.
Me has hecho entrar de lleno en tu relato, eso de la pagina en blanco y ir dando vueltas me suena, pero si tenemos paciencia las musas siempre aparecen supongo que ahora marchas en pos de ellas. Te hechare de menos, pero te deseo que esta pequeña ausencia nos de regalos tan preciosos como Sueños de escayola. Besos y que las musas te acompañen.
ResponderEliminarMe has hecho entrar de lleno en tu relato, eso de la pagina en blanco y ir dando vueltas me suena, pero si tenemos paciencia las musas siempre aparecen supongo que ahora marchas en pos de ellas. Te hechare de menos, pero te deseo que esta pequeña ausencia nos de regalos tan preciosos como Sueños de escayola. Besos y que las musas te acompañen.
ResponderEliminarEspero y deseo que tus musas sean tan fructíferas y laboriosas, como para ser con tus sueños, como Sueños de escayola del que estoy disfrutando y saboreando.
ResponderEliminarUn beso.