La última era
¿Ya estás aquí cielo? ̶ preguntó el hombre distraídamente al
escuchar cómo el fondo de la habitación era sacudido por una especie de temblor
eléctrico. Mientras, se afanaba en escurrir con la espumillera una abundante dosis
de patatas fritas que acababan de alcanzar un lustroso dorado, después de un
buen baño en aceite caliente. Tras salir crepitando de la sartén, las fue
depositando, junto a otras muchas igualmente morenas y sabrosas, dentro de un tosco
plato de plástico hondo.
̶ Si cariño,
ya he llegado ̶ respondió la mujer, bajando
sudorosa del vehículo que había aparecido como por ensalmo y del que comenzó a
salir una buena cantidad de humo que ella trató de retirar agitando las manos.
̶ Entra
directa a la ducha y no pises demasiado, que me he pasado toda la tarde limpiando ̶ gritó por encima del ruido generado.
̶
¡Vaaale! ̶ respondió esta.
̶ ¿Qué has
hecho hoy? ̶ se interesó, mientras
paseaba por el cuarto obviando la advertencia de su atareado marido. Luego rozó
su mejilla con los labios y se sentó en una silla detrás de él.
̶ Ya te lo
he dicho, limpiar a fondo la habitación para prepararla. A partir de este fin
de semana tenemos que ocuparnos de tu madre ¿O es que ya no te acuerdas que
cierran el asilo por los recortes? ̶
Alzó los ojos al cielo.
̶ ¡Cómo no
me voy a acordar! Pobre mamá, a pesar de
su demencia senil lleva muy bien sus 125 años. Pero quería saber si has entregado
el currículum al bufete ese que buscaba abogados.
̶ Claro que
lo he llevado, pero han dicho que la plaza ya ha sido ocupada hace un mes. Me
han aconsejado que no pierda el tiempo aquí, que busque otra edad. Creo que en
la época victoriana ha quedado una vacante. Sir Alistair Steward tiene gota y
ha decidido jubilarse.
̶ ¿Y
tendrías que ponerte una de esas enormes pelucas blancas? ̶ Rió
̶ Sí, y toga
negra, y subirme a lo alto de un estrado de dos metros y medio ̶ hizo una mueca silenciosa, simulando una
carcajada.
̶ Pues
podrías ir mañana a ver si hay suerte. Con mi sueldo casi no llegamos a fin de
mes.
̶ ¡Querida!
solo tenemos un teletransportador, por si no lo sabes Y ya hay que pasarle la
ITV; cualquier día te paran entre dos dimensiones y lo requisan. ¿Qué haría
entonces yo sin ti? ̶ Añadió, girándose
y mirándola a los ojos con dulzura.
̶ Pues algo
habrá que hacer, porque así no podemos seguir. Si nos retrasamos solo un mes
pueden echarnos de la habitación.
̶ Es que esto
está imposible. Muchos se quedan a vivir cerca del trabajo cuando lo encuentran,
sobre todo si es en el pasado. Allí todo es bastante más barato ̶ confirmó el hombre, retirando otra paletada
de patatas fritas.
̶ Por eso
todos piensan en marcharse. Y el futuro todavía está mucho peor que ahora.
Nadie quiere ir allí a trabajar ̶
argumentó la mujer.
̶ Porque ya
no queda; todo está masificado. Cada vez son más la gente que desea salir y cruzar
la barrera. En las noticias no dejan de explicar cómo las mafias controlan los cayuspaces
a pesar de los medios que pone el gobierno del exomundo. Pero también que las Patrullas
de Laser del Tiempo cada vez son más difíciles de burlar. Dicen que ahora
desintegran todo cuanto toca; pero aun así esos pobres desgraciados se las
ingenian tratando de atravesarlos y buscarse la vida. Yo no sé para qué se
molestan en venir aquí, si no hay trabajo para ninguno de los doce mil millones
que vivimos en este siglo XXII.
̶ Muchos de
aquí también emigran a otras épocas buscando algún empleo ̶ respondió ella comprensiva.
̶ Yo he pensado en probar en los principios
del siglo XXI. Me han dicho que allí todo es diferente.
̶ No sé. A
mí me han contado que fue por ese tiempo cuando comenzaron a surgir las
jornadas de quince horas a cambio de techo en un barracón compartido y una
comida diaria. Nadie programa esos años en sus computadoras espacio-tiempo ̶ dudó la mujer.
̶ Ya has
vuelto a quitarme otra idea de la cabeza. Pero si tú lo dices será verdad, que
para eso te pasas el día moviéndote por todos los períodos conocidos ̶ reconoció resignado.
̶ Somos
afortunados a pesar de todo ¿verdad? Tenemos una habitación propia, ropa, comida
todos los días, incluso una vez al mes podemos descargar una película de la
nube virtual ̶ dijo ella mimosa mientras lentamente iba retirándose
el mono que la vestía.
̶ Pues
claro que sí ̶ confesó él, con una suave
sonrisa ̶ de momento podremos aguantar
bien. Tienes un buen contrato de trabajo fumigando insectos en todos los ministerios de la última
era. Fue una suerte que te decidieras por acabar la carrera de ingeniería
química con aquel master en la universidad privada de tu jefe, el diputado Gospedal. Tuviste buen tino ̶ el hombre
comenzaba a sentirse feliz, aunque no tanto ante lo que su mujer parecía sugerir
en ese momento. ̶ Pero bueno, no te pongas insinuante que
todavía no es la hora del amor. Además, las patatas fritas se van a enfriar.