Cada tarde
Cada tarde se sientan alrededor de la mesa camilla. Un
acogedor calorcillo sube a través del brasero, calentando sus pies y convirtiendo
la estancia en una agradable sensación de hogar.
Entre puntadas de cruz, Luisa eleva sus ojos por encima de las
gafas de pasta, milagrosamente estables
en la misma puntita de su nariz, mirando coquetamente a Miguel.
Miguel, con evidente apatía, lee un diario olvidado y lejanamente
atrasado. Inevitablemente sus ojos se encuentran en el invisible punto neutral que
establecen sus pupilas. Los dos sonríen con similar ternura.
De ambos lados de la mesa, dos temblorosas manos se deslizan
suave y lentamente hasta encontrarse. Entre ellos un único testigo, la luz
tintineante y trémula de una vela que discreta cierra los ojos y se esconde.
El silencio se impone, reinando solemne. Apacibles y serenas,
sus cabezas reposan delicadamente, una frente a la otra. El punto de cruz a un
lado, el diario, distante y arrugado. Sus manos, unidas, ya no tiemblan. La luz de una vela de nuevo oscila,
tintineante y trémula.
Es un relato muy tierno, y sin embargo ese final nos deja con una interrogante vital. Muy ocurrente. Bs. familiar.
ResponderEliminarEl silencio se impone... no hace falta hablar, es curioso, siempre he pensado que sabes que estás bien y a gusto con una persona cuando no es necesario decir nada ni sacar conversaciones forzadas, poder compartir silencios sin que se den situaciones violentas. Bueno, me he ido un poco; opino como emejota un relato muy tierno a la luz de la vela.
ResponderEliminarUn beso, valenciano.
Un relato lleno de sensibilidad y de un cariño fraguado a través de los años, en el que una mirada lo dice todo para marchar al unísono de la eternidad.
ResponderEliminarAcabas de describir el sueño qué siempre he perseguido, por lo qué he luchado tantos años, un amor complice, y dulce que me acompañe hasta el final.....UFFFFFFFFF....Me voy con una sensación extraña.
ResponderEliminarBesos amigo.
Me ha gustado ese silencio cómplice que trasmite tranquilidad a la luz de una vela, y al calor de una mesa camilla. Se puede pedir más?
ResponderEliminarUn abrazo
Amor delicado, verdadero a la luz de una vela.
ResponderEliminarHermoso relato José Vte. Besitos.
Silencio, complicidad, compañía, entendimiento... Se me ocurren palabras varias para definir lo profundo, en contraste con lo simple: una vela,una mesa camilla, un diario viejo, el tejido que avanza lento.
ResponderEliminarPoco se necesita cuando dos personas saben estar juntas.
Excelente y enternecedora imagen la que transmites a través de tu relato.
Besos!
Gaby*
debo expresarme a mi estilo, si no, no podría expresar lo que de verdad...eetc
ResponderEliminarqué cabronazo, josé vicente...esto es una delicia de texto, sencillamente U-N-A-D-E-L-I-C-I-A
de texto...
y no digo más¡¡¡¡
medio beso.
Toda la ternura y amor en esas manos que de a poco han dejado de temblar al encontrarse unidas por el titilar de una vela cómplice.
ResponderEliminarTu texto ademas de ser muy bueno tiene algo extra que lo hace superior, claro para mi. Pude ver las imágenes mientras disfrutaba de cada palabra.
Un abrazo :)
Sí, dulce y tierno. Hay una conversación sin palabras, un ritual alrededor de esa luz. Me encantó! me imaginé esas sombras de manos unidas y que luego, esa unión se proyecta en lo material.
ResponderEliminarCon qué poco se puede ser tan feliz!
ResponderEliminarUn abrazo
Un relato que transmite paz y ternura. Muy bueno.
ResponderEliminarUn abrazo.
Vivir un amor así hasta el final ¿quien puede desear algo más? Realmente muy tierno.
ResponderEliminarUn abrazo.
Tierna historia de una pareja que se conoce mucho por todos los años que llevan juntos; pero que siempre tienen una caricia uno con el otro, y que mejor momento que a la luz de una vela.
ResponderEliminarUn abrazo
A veces, hay días, momentos, segundos, en que esa complicidad silenciosa sucede. Y se gracias al cielo por ello.
ResponderEliminarTu relato trasmite paz y armonía, supone años de convivencia y entendimiento. Creo en ello.
(la mesa camilla, la descubrí por Uds. no tenía idea de lo que era hasta hace unos años. cuando estuve en Valencia Dnde vivía había una, y yo quedé fascinada, aunque no hizo falta encenderla...jajaj)
besos
He visto a mis abuelos por un instante, ya lejano en el tiempo. Gracias, muchas gracias.
ResponderEliminarUn abrazo
Buffffffffffffff. casi lloro...es tan tierno, tan real y al mismo tiempo tan escaso...
ResponderEliminarBesos
Cuanta ternura y que bonito escenario, José, me encanta :)
ResponderEliminarUn abrazo
Lola
Muy bonito, evocación de un amor maduro, constante como el fuego de la vela que tintinea, pero no se apaga.
ResponderEliminarUn abrazo.
Chico, cuanta ternura, se desprende de tu relato. Una bella historia de amor.
ResponderEliminarbien narrada y rapidamente leida porque sabe a poco.
Un fuerte apretón de manos, y una mirada agradecida
Hermoso!!! Un relato lleno de ternura, donde no hace falta romper el silencio para que haya conexión, vibra la comunicación del cariño, de esas manos que ya no tiemblan, de esa vela que ilumina y es testigo de la escena.
ResponderEliminarLogras hacer que siempre que te lea me emocione.
Un abrazo enorme.
José Vte. te diré: Nada más leer tu relato, mientras decía ¡qué hermosura!, he tenido necesidad de leerselo a Toñi. Ese amor sereno, complice, tierno, eterno no necesita manifestarse en grandes gestos, basta una mirada y un apretón de manos. Es la esencia de la relación que me gustaría tener hasta el final.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Que romántico y poético muy bello relato me ha encantado... maravilloso!!!
ResponderEliminarQué relato más tierno y romántico!!!
ResponderEliminarMe encantó.
Un beso y buen fin de semana
Un cálido y sosegado relato, transmite paz, me ha encantado ese silencio y cobijo que existe alrededor de la luz de la vela, muy bello.
ResponderEliminarMi admiración y un beso.
Mucha ternura en tu relato, a la vez que se respira esa paz de dos personas que han mantenido la llaman encendida toda la vida, entendiéndose y queriéndose...
ResponderEliminarBesos
Buen relato que deja un sabor de boca emotivo.
ResponderEliminarMe ha gustado
Un saludo
Miguel
¿Quién dijo que no existe el amor para siempre? En esta escena que nos presentas se nota claramente que el amor que los une premanece inalterable con el paso de los años. A través de tus palabras nos presentas la complicidad que tienen, es bonito imaginarlos ahi, a la luz de la vela. Un relato tierno y entrañable. Un beso.
ResponderEliminarUn relato lleno de ternura, como canta Joan Manel Serrat "i s´agafan de les mans els vells amants".
ResponderEliminarUn beso, Montserrat