El Hombre sin sombra
Aquella mañana parecía normal
hasta que se fijó en un ligero detalle que su vida cotidiana convertía en
inapreciable: ¡Su sombra había desaparecido! El descubrimiento, imprevisto
y casual, le generó una gran inquietud. Confuso, miró repetidamente hacia el
sol, éste lucía brillante y limpio en todo lo alto como cada día, sin embargo
su silueta no se marcaba en el suelo. Durante largo rato probó alternativas,
cambiando de posición, tratando de colocarse en diagonal con el sol, caminando
en diferentes direcciones, adoptando mil y una posturas con la intención de que
algún rayo dibujase en la superficie aunque fuese una línea delgada que volviera
a dar vida a su perfil. Pero fue inútil. Un extraño pánico comenzó a invadirle
al tiempo que iba observando con detenimiento a los transeúntes que con prisa
pasaban a su lado. Todos llevaban bien pegada a sus pies una estilizada sombra
negra que incluso parecían hacerle gestos de burla cuando se daban cuenta de
que las seguía con la mirada —esto todavía es más absurdo —pensó. Ese hecho
todavía le sobrecogió más, incluso hubiera jurado que una de ellas, la de una
anciana de renqueante caminar, le sacaba algo parecido a una lengua de aspecto tan
oscuro como el resto de su contorno.
—No puede ser
—gritó en alto— me estoy volviendo loco.
Su estado de ansiedad crecía a
medida que pasaban los minutos. Sin saber cómo, carecer de sombra se había
convertido en la mayor de sus angustias. No podía soportarlo. El rostro lo
tenía desencajado y le sudaban las manos, incluso tropezó con varios peatones
que ni se inmutaron tras sus alocadas disculpas; entonces ocurrió. Ciego en su
atolondramiento, corrió hacia la calzada y un coche le pasó por encima; se hizo el silencio y el universo se paró.
Recordó al instante y se dio cuenta que no
sentía nada, ni siquiera dolor, pero un nudo sí se le formó en el estómago al
ver su cuerpo desparramado en el suelo y como una multitud vociferante se
agolpaba a su alrededor.
—Bueno, ¿ya
estás preparado? —Un ser extremadamente delgado y fosco, sin apariencia en el
rostro y sin luz, se había colocado de pronto a su lado y le hablaba sin
palabras. Su aspecto era el de una simple silueta vertical.
El hombre no dijo nada. Se limitó
a mirar al extravagante ser con resignación y tristeza, al tiempo que dos lágrimas
resbalaban por su mejilla.
—Sí, es
lo que tu mente ya empieza a asimilar yo soy tu sombra; quien nunca te ha abandonado desde que
llegaste a esta vida, la misma que va a seguir acompañándote ahora en tu nuevo
camino.
Debía ser angustiante para el pobre hombre. Su sombra le esperaba para su último trayecto.
ResponderEliminarMuy bien escrto. Inquietante hasta el final.
Un abrazo
Que impactante y escalofriante relato! Su sombra volvió para acompañarlo en la muerte, esa que todavía no había aceptado.
ResponderEliminarMe gustó mucho la historia, el ritmo y el final! Siempre es un gusto enorme leerte!
Un abrazo enorme.
Un poco molesta esa sombra. Más bien indeseable en su comportamiento.
ResponderEliminarLa trama es estremecedora y sobrecogedora. Me impactó el final de tu protagonista, sin duda alguna es un relato de la dimensión desconocida. Fue un placer leerte.
ResponderEliminarBesos y gracias por acompañarme.
Inquietante y magnífico ritmo le das a esta extraña dimensión sin sombra.
ResponderEliminarUn beso
Una angustiante experiencia la de ese hombre que viene a reconocer a su sombra en el fin de su vida. Las sombras son leales, al parecer. Un relato muy bien llevado, que sabe bien describir la incertidumbre, la confusión y finalmente, el reconocimiento de lo inevitable. Siempre un gusto leerte.
ResponderEliminarBesos!
Gaby*
Imagino la desazón de ese hombre, desde que descubrió la ausencia de su sombra, hasta el encuentro final con ella. Me gustó el enfoque de tu relato y esa extraña dimensión en la que la sombra cobra un protagonismo especial.
ResponderEliminarUn beso!
Me pongo en su lugar y es terrorífico. estaré bien atenta no vaya a ser que mi sombra algún día me juegue una mala pasada. Se te da bien estos escritos. Un besote
ResponderEliminarSin duda alguna carecer de sombra ha de resultar angustiante. El que esa sombra, además, te abandone cuando más la necesitas, es sencillamente tener muy "mala sombra". Me ha encantado tu relato, José Vicente.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Cierto Jose Vicente, los relatos de intriga los manejas con mucha soltura, generas ese puntito de angustia y miedecillo, que te va atrando mientras vas leyendo y entrando de lleno en la historia. Me gustó.
ResponderEliminarBesos.
Y ¡chas! apareció la sombra...el toque maravilloso del relato...la verdad es que a mitad de relato podía haber pasado cualquier cosa pero está muy bien culminado, además de escrito...
ResponderEliminarUn placer leerte.
Un abrazo
Ay! creo que el otro comentario no entró...te decía que me ha parecido muy inquietante y que realmente da pavor que la sombra desaparezca como un mal presagio para volver a aparecer cuando él muere. Aunque me imaginaba algo parecido, has conseguido sorprenderme con el final.
ResponderEliminarEnhorabuena, muy buen relato!
Un beso
Espero que no se me ponga un día a hablar mi sombra, y menos que le guste el café, no voy a parar poniendo brikis al fuego.
ResponderEliminarMuy bueno, menuda angustia, pobre.
Un abrazo, compañero.