Corre
̶ ¡Corre, corre!
̶ gritaba la voz.
Y ella corría.
Eran los estridentes gritos salidos desde el fondo de su garganta los que casi
impedían escuchar el rugido atronador de la infernal motosierra silbando apenas
a unos centímetros de su espalda, cercenando y haciendo girones su ropa hasta
arañar la piel enrojecida, abriéndose en surcos sanguinolentos que ella parecía
sentir desgarrar como latigazos cortando su carne blanca.
̶ ¡Corre,
corre! No mires atrás, y grita…, grita
con todas tus fuerzas, hasta que sientas escapar el alma por tu boca.
El director pedía y pedía…, cada vez
más…, y ella parecía dispuesta a dárselo todo.
Diana Burns era hermosa y rubia, y
soñaba con ser la nueva Marilyn Monroe. Fantaseaba con triunfar en el cine,
recorrer la alfombra roja y recoger premios, salir en las revistas y tener
romances con los grandes galanes de Hollywood; Diana quería ser ante todo una
estrella.
Hoy por fin rodaba su primera película y
sentía que era su gran oportunidad, la que tanto anhelaba desde que dos años atrás
bajara de aquel autobús portando una gastada maleta repleta de ilusiones y diez
dólares en el bolso. Sin mirar atrás plantó un novio formal que le prometía
tedio y seguridad, una carrera a medio terminar y unas amigas insulsas y
complacientes. Sombras de un pueblo olvidado canjeadas por la promesa cautiva en la
ciudad de los sueños posibles: Los Ángeles.
̶ Trabajar
de camarera, incluso de acompañante para petulantes ejecutivos de bolsillo exiguo
nunca fue lo peor, sobre todo cuando un seboso casero de impúdicos ojos lascivos
te recuerda a diario que la mísera pensión llena cucarachas no se paga sola ̶ declararía en cierta ocasión.
Aquel rodaje no era gran cosa. Ella era
la primera que moría en aquel guion infame de serie Z; apenas una línea de
diálogo y tres minutos en escena. Su rostro rebosando grumos de remolacha
líquida no iba a lanzarla al estrellato ese día, tampoco su talento dramático, esculpido
a base de costosas y discutibles academias; ni su melena rubia, ahora
encrespada y lacia. No, antes de que el asesino la descuartizase con aquella
motosierra de cartón piedra, ella gritaba con toda la potencia de su voz, alentada
en el recuerdo de los muchos años que ganara el concurso de alaridos en las
fiestas vaqueras de su pueblo.
Mientras corría, azuzada por el
insaciable director, tuvo claro que nunca iba a ser una nueva Marilyn, pero si sería una autentica Scream queen*.
*Scream queen: Reina del grito
Que buena historia. Hasta diría que enternece todos los esfuerzos de actuar en una clase Z. Para el sueño de ser una reina del grito. Muy elocuente tu relato. Felicitaciones.
ResponderEliminarCuantos sueños rotos, esta protagonista al final destacó en ser esa reina del grito.
ResponderEliminarBuena idea José Vicentel.
Besos.
Una manera muy original de plasmar el tema juevero. La desarrollas de una manera clara y rotunda. Sin duda alguna, otro más de los mejores gritos.
ResponderEliminarSaludos
Al menos consiguió entrar al mundo de hollywood como había soñado!
ResponderEliminarMuy buena historia
=)
Bueno, por algo se empieza, nunca se sabe. En este mundo ha habido casos de todo tipo. No hay que romperle su ilusión.
ResponderEliminarMuy bueno
Un abrazo
Al menos, esta vez trabajaba en una de las ramas de lo que ella pretendía, sin platos ni puercos.
ResponderEliminarPoco a poco, chica rubia, no escales el Everest el primer dia...
Adelante, no pierdas el ánimo.
Un abrazo, me alegra verte pensando en otra cosa :)))
Reflexión leyéndote. Los sueños a veces son como un salto de longitud y uno comprueba que no puede batir, como soñaba, el record mundial; como ocurre aquí a la protagonista.
ResponderEliminarMe encantó volver a leer un cuento tuyo en los jueves.
Un fuerte abrazo.
Te leo y me has dejado pensando
ResponderEliminarlo bueno que es escribir con letras
Bueno y divertido tu casi real relato José.... Un gusto.
ResponderEliminarMuy buen relato, con orden y calidad. Se notan las maneras.
ResponderEliminarAbrazos
Hola Vicente. Siento haberme alejado de tus blog y en general, de Blogger. Espero retomar las lecturas de los buenos escritores que existen en la red, a modo de tus blog, ahora en vacaciones.
ResponderEliminarMe gustó de qué modo explicas lo que siente la chica, aspirante a estrella de cine, y lo que realmente se encuentra. Tu post será el proceso que sufra todo buen interprete en sus inicios. Hace poco escuché a Javier Cámara presentar una película de un actor español en la gran Manzana, de cuales eran sus sueños y de cómo transcurría su vida real, trabajando de camarero en una cafetería y supliendo papeles secundarios en películas de serie B.
un abrazo gran escritor.
Tiene mucha acción. Logras que lo veamos. Lo relatas siguiendo el movimiento de la cámara y al final... la decepción, esa, la de tantas....
ResponderEliminarBien llevada la propuesta, cumpliendo perfectamente con todos los requisitos que a un buen escritor, no cuesta cumplir ;)
besos!
en mi relato, me fui por los cerros de la ciudad de jaén...los otros tres compañeros que he leído, han hecho lo misimo. ah, sí, ya sé que el demiurgo nos daba libertad. sí, pero el único que se ha centrado en el propósito de lo que el demiurgo pedía has sido tú. y destaco esto, por que desde mi punto de vista, ello dice de tu capacidad de ceñirte a algo a base de tu sabiduría de escribano o escribidor. y ello dice mucho del autor de este relato.
ResponderEliminarmedio beso.