El Parot
El fuego purificador se instaló entre las barracas de los carpinteros
deseosos de hacer limpieza en las vísperas del Santo patrono. El invierno ya
tocaba a su fin, dando paso a la exuberante primavera que embriagaba de sol y
de azahar hasta el último rincón de la ciudad. En el centro de la barriada se
había instalado el parot*, ya
innecesario, bien cargado de virutas
y maderos sobrantes para avivar la candelada. La chavalería disfrutaba feliz
con la pira que alumbraba alegría. ¡Una
estoreta velleta!* cantaban desde buena mañana, eufóricos, recorriendo gremios y casas, demandando avíos y trastos viejos que con regocijo
amontonaban alrededor para prender la hoguera adoradora de vida que daba la
bienvenida al equinoccio de la luz.
Con el
transcurrir del tiempo, aquel parot reseco fue tomando forma humana, le
vistieron con ropas gastadas y le dieron la facultad de personificar personajes
en los que volcar reproches y críticas; a su alrededor, la estoreta velleta y los trastos viejos se fueron convirtiendo
en cuadros, representando acontecimientos populares o pícaros de la calle y del
barrio. Pronto, para festejar el día del Santo patrono, todas las barriadas de
la ciudad se llenaron de fogatas iluminando de color y de fuego el cielo, celebrando que llegaba la primavera.
Y un día,
sencillamente ocurrió que el corazón de madera de aquellos viejos parots, ahora
transformados en ninots*, habían
logrado adquirir la facultad de albergar sentimientos:
Las calles de Valencia resplandecen, la música
cabriolea los sentidos y las mascletás ensordecen el alma de alegría fallera;
mientras, el embrujo y el misterio rodean el silencioso instante en el que
Batiste, un hortelano regordete, socarrón y deslenguado declara su amor a
Neleta, una pizpireta señorita de finales del XIX de blanco rostro y sombrilla
al hombro. Miradas quietas, barreras de cartón en ojos embelesados.
Aquella noche de San José, en una solitaria falla
de barrio, un encantamiento tuvo lugar y briznas de ceniza se fundieron
elevándose hacia un mágico lugar, el paraíso donde pasean los ninots
enamorados.
*Parots: Para alumbrarse en las
últimas horas de la jornadas invernales, cuando el sol se había puesto, los
carpinteros valencianos utilizaban unos candiles que sostenían en un palo a
modo de candelabro llamado estai o parot. Todos
los años los quemaban al llegar la primavera. Costumbre remota en el tiempo y considerada
como una de las leyendas que dieron origen a las fallas.
*Estoreta
velleta: En valenciano “alfombra vieja”.
*Ninots:
Son las figuras con forma humana con componen las escenas de las fallas.
Más leyendas por descubrir en el blog de Perla
Más leyendas por descubrir en el blog de Perla
Qué linda leyenda, de verdad. Cada jueves es un gusto leerte.
ResponderEliminarUn beso.
Nunca me paro a pensar de donde vienen las tradiciones, las fiestas y esto me ha hecho pensar, lo que siempre es bueno. ¡Gracias por ello!
ResponderEliminarComo siempre, el vocabulario espectacular, igual que la leyenda.
Un beso.
Interesante relato, muy creativo. Los misterios de la naturaleza dan origen a las leyendas, son tan fantásticas, como tu relato.
ResponderEliminarBeso
Precioso y entrañable relato sobre el origen de las fallas de tu magica Valencia. Siempre me encanta leerte, besos.
ResponderEliminarPrecioso y entrañable relato sobre el origen de las fallas de tu magica Valencia. Siempre me encanta leerte, besos.
ResponderEliminarFantástico relato, he experimentado cosas tan bonitas al leer cada leyenda de otras tierras...
ResponderEliminarBesos, amigo mío...
Y sí, sí que me he sentido ha gusto este jueves...
Me ha alegrado conocer la historia de los ninots, para mí desconocida.
ResponderEliminarMe gusta mucho aprender cosas nuevas y en este jueves lo estoy haciendo, ahora me toca hacerlo en tu casa y es conociendo las fallas de manos de un Valenciano... siempre me ha parecido una fiesta mágica, cuando hay fuego hay luz y si hay luz hay magia... las fallas los son... los ninots lo son... la cremá lo es... y esos dos enamorados se fundieron siendo cenizas para echar a volar juntos...
ResponderEliminarQue buen relato José, me ha gustado mucho... muchas gracias por participar en este jueves especial... muchas...
Besines...
Historia desconocida, ha sido un placer descubrirla en tu espacio, gracias
ResponderEliminarUn abrazo, José
Precioso Jose. De aquel parot estos ninots tan guapos que engalanan las fallas.
ResponderEliminarEs maravilloso saber de donde vienen las tradiciones.
Un abrazo
Qué bello relato y cuántas cosas he aprendido. Siempre un placer leer tu magnífica forma de narrar.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me ha gusado mucho saber de donde vienen y porqué se celebran las fallae en Valencia. Esta leyenda y explicada por tí es una lección de narrativa excelente. Una "master class" com se dice ahora. Las tradiciones de cada sitio siempre tiene su origen en leyendas antiquísimas. Un fuerte abrazo, José Vicente.
ResponderEliminarMe ha gustado conocer el origen de la fiesta de las fallas, el origen del amor del pueblo valenciano por todo lo relacionado con el fuego, fallas, mágica Nit del Foc, mascletá, hogueras, pólvora, parots o ninots. Gracias por acercarme a ese origen del idilio entre los valencianos y el fuego.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Me ha encantado conocer el origen de las fallas, que desconocía y también ese colofón. ¿Es leyenda o es obra tuya?
ResponderEliminarAbrazos.
Gracias Juan Carlos. Hay algunos otros historiadores que citan el origen de las fallas en la costumbre de encender hogueras como bienvenida de los antiguos pobladores a los equinoccios y los solsticios, en este caso San Juan. Ambas serían muy antiguas en el tiempo; incluso hay alguna otra teoría. La de los parots y los carpinteros es la más extendida. También me pareció más interesante para escribir el relato.
EliminarEl colofón que comentas, el texto de los ninots enamorados, es enteramente míó.
Un abrazo.
Buenos dias, que tal, hacia tiempo que no entraba por este blog, bueno ni por este ni por ninguno, antes he escrito un comentario pero parece ser que se ha ido al limbo de los comentarios olvidados, hace tiempo de estar en casa olvidarse de aficiones playeras o piscineras y volver a la escritura o lectura, estamos en septiembre, tiempo de monte, de ir a por setas, o que vayan otras personas que saben donde estan, jeje, de melancolia, de hojas que caen.. y tu relato como siempre apasionante, instructivo, lleno de vida, en fin que sigas escribiendo por mucho tiempo te seguiré alla donde lo hagas un abrazo..
ResponderEliminaraqui sale una cosa rara (unkown) pero soy Julian tendre que volver a configurar la cuenta o algo parecido
Las tradiciones populares son muy bonitas y nas si se festejan en medio de algarabias...esta escena me recuerda un poco a lo que se hace en Semana Santa con la Quema de Judas...en donde se hace un muñeco y se le personifica con algún personaje no deseado del momento..la mayoría de veces político..y luego se le prende fuego en medio de vivas de la gente....besoss..agradable leerte los jueves..
ResponderEliminarPrecioso... No sabía el principio de estas fiestas tan populares :) Se convirtió en toda una muestra de arte y generosidad... porque hay que ser generoso para dejar quemar cosas tan hermosas...
ResponderEliminarMuchos besos.
Precioso... No sabía el principio de estas fiestas tan populares :) Se convirtió en toda una muestra de arte y generosidad... porque hay que ser generoso para dejar quemar cosas tan hermosas...
ResponderEliminarMuchos besos.
Siempre me pareció curioso el origen de las tradiciones. Sea la de los carpinteros u otra, suele tener el denominador común actos más o menos cotidianos y prácticos. Luego, cuando el aspecto festivo y lúdico va creciendo, la repetición anual y la simbología, hacen el resto.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho esta historia (o leyenda).
Un abrazo.
Precioso texto. No por más próximo, menos emocionante. Desconocía el término "parot" sí el de "estai" sin embargo recuerdo ese de: "Parotet, parotet... que t'agarren del culet" Donde tu vives, había una acequia a la que íbamos a cazar parots con las manos. Los habían a docenas.
ResponderEliminarEl texto es de una sensibilidad extraordinaria.
Abrazos
Preciosa la leyenda o la realidad de todo un comienzo...un texto lleno de sentimiento, sensibilidad...nos ha llegado la luz, esos atardeceres de la primavera. Nací en ciudad mediterránea y conozco ese olor a azahar...he tenido leyendo tu texto, muchas sensaciones, recuerdos...y ganas de ir a las fallas (aún no he estado) y vivir todo lo que insinúas en directo...
ResponderEliminarMe ha encantado.
Un abrazo
Preciosa la leyenda o la realidad de todo un comienzo...un texto lleno de sentimiento, sensibilidad...nos ha llegado la luz, esos atardeceres de la primavera. Nací en ciudad mediterránea y conozco ese olor a azahar...he tenido leyendo tu texto, muchas sensaciones, recuerdos...y ganas de ir a las fallas (aún no he estado) y vivir todo lo que insinúas en directo...
ResponderEliminarMe ha encantado.
Un abrazo
Te leo y siento el olor a pólvora que me ha quedado impregnado en la memoria de varias mascletat que he podido disfrutar. Tu relato es encantador y emocionante. Para mi,también es una leyenda de MI querida tierra Valencia.
ResponderEliminarbesos, José Vicente
Te leo y siento el olor a pólvora que me ha quedado impregnado en la memoria de varias mascletat que he podido disfrutar. Tu relato es encantador y emocionante. Para mi,también es una leyenda de MI querida tierra Valencia.
ResponderEliminarbesos, José Vicente