Calles solitarias
Las
calles vacías se desperezaban sobre mortecinas luces anaranjadas derramadas por
las cuatro solitarias farolas de la plaza mayor; eran las seis y media cuando
la mujer rompió el silencio al girar varias veces la llave que cerraba el
enorme portón de la distinguida casona de recia planta y pétrea fachada. Como
cada día, solo el eco respondía a su adiós. Lentamente caminó hasta la parada
del autobús y esperó. Se echó una mirada a sí misma, se sentía bien a pesar de
su edad. A diario le gustaba vestir con discreción trajes sobrios, aunque
siempre elegantes, de Pedro del Hierro y Adolfo Domínguez, adornados con
escasas joyas desde que un día le arrebataran de un tirón el collar de oro y
perlas de agua dulce heredado de su madre. Asintió aprobándose, al tiempo que una ráfaga de viento helado la
obligó a guarecerse el rostro dentro de las solapas del confortable abrigo de
paño.
El
autobús llegó como siempre tan vacío como puntual, y treinta y cinco minutos después
llegaba a la ciudad; se bajó y durante casi diez minutos caminó hasta la escuela.
Cruzó los pasillos con paso lento y firme, intercambiando saludos hasta llegar al
vestuario. Con parsimonia, se quitó el gabán y el selecto vestido, colgándolos
con esmero en la estrecha taquilla, y lo cambió por una bata azul. Luego, buscó
en la caótica habitación de al lado el carro que llevaba su nombre escrito en
una tira de papel pegada con celo e hizo recuento de productos. Confirmó que
todo estaba en orden y en su sitio; finalmente se colocó los guantes de látex, preparó
la escoba y, como cada mañana, comenzó su jornada limpiando
la primera de las aulas.
Por más que tenga que hacer ese trabajo, no hay nada malo que cuide su apariencia.
ResponderEliminarPues sí, las apariencias engañan y cuántas veces nos dejamos guiar por ellas equivocándonos de medio a medio en nuestros juicios y prejuicios, tanto para bien como para mal.
ResponderEliminarTu relato genial como siempre, aunque un poco corto para mi gusto viniendo de ti jaja
Muchísimas gracias por participar, acompañarme y por tus buenos deseos para el sábado.
Muchos besos valenciano!!
Las apariencias engañan, Teriri. Incluso en un caso como el que cuento en este pequeño relato que además es completamente real. Nunca se debe juzgar.
EliminarVaya hombre, para una vez que me ciño a la norma de Tésalo, jaja. Lo recorté todo lo que pude, el relato inicialmente era algo más largo, pero entiendo que esta tú semana va cargadita como para aguantar mis pesados tochos narrativos. (Este se podía recortar sin que sufriera)
Un beset y firma muchos cuentos sin miedo.
Como viene bien preguntarse ...¿ será tal lo que parece esa persona...?...ir un poco más allá podemos encontrar sorpresas muy gratas y otras ...no tanto.
ResponderEliminarMuy buen relato
Saludo cordial
Las apariencias engañan… en este caso solamente en lo visual, porque no tenemos más detalles de la señora. Aparte que no veo malo se arregle para su trabajo de limpieza. =)
ResponderEliminarBesos
Las apariencias engañan… en este caso solamente en lo visual, porque no tenemos más detalles de la señora. Aparte que no veo malo se arregle para su trabajo de limpieza. =)
ResponderEliminarBesos
Desde luego que las apariencias engañan! Me ha gustado tu relato pero me quedo con la duda de saber qué es lo que le ha pasado a la mujer que lleva vestidos de Adolfo Dominguez y Pedro del Hierro para tener que ponerse a limpiar...
ResponderEliminarUn beso
Pues si, este es un verdadero caso donde las apariencias engañan. Ella nunca renunció a su estilo.
ResponderEliminarMe gustó tu relato.
Un abrazo
Me encanta!! Las apariencias engañan, sí... La elegancia y las cosas buenas no están reñidas con el trabajo de una limpiadora.
ResponderEliminar.
Muchos besos
El estilo no es cuestión de dinero o de alto estatus social, es algo que suele ir con la esencia de la persona
Esa manía de juzgar a las personas por su apariencia es tremenda. Suele pasarme, como siempre lo cuento, que por tener varios tatuajes me miren mal. Pero así es la vida, siempre se prejuzga.
ResponderEliminarTu relato es genial, me encanta que esa señora se arregle para salir y luego pueda realizar con orgullo ese digno trabajo.
Hay que saber mirar más allá de la piedra para encontrar el diamante.
Un abrazo enorme.
Estoy con Sindel, juzgar a las personas por su aspecto es algo que me puede... Tanto verla arreglada y de pronto saber que es limpiadora como al revés. Me parece estupendo que se arregle para ir al trabajo, lo otro es solo un uniforme al fin y al cabo y la verdadera apariencia es la señora que camina por la calle, que espera el bus, que llega al trabajo...
ResponderEliminarMe ha gustado...
Creo que es la primera vez que vengo por tu rincón, así que con permiso te sigo...
Besinos...
Buenos días, José Vte:
ResponderEliminarMás allá de tus habilidades narrativas, el encanto de este relato está en la naturalidad con la que describes algo cotidiano. Encuentro también muy destacable la manera implícita en que conviertes tu relato en un aviso para quienes nos dejamos llevar por las apariencias: no esperaba que tuviera ese trabajo.
Un abrazo, José Vte.
La distinción -si es auténtica y arraigada- persiste aún cuando la suerte no es favorable.
ResponderEliminarUn abrazo
Fíjate José Vte. que pienso que la protagonista de tu historia ni siquiera necesitaría trajes de Pedro del Hierro para ser y parecer distinguida. El hábito no hace al monje y la distinción, el señorío y la elegancia son innatas. Las circunstancias la han llevado a tener que trabajar de limpiadora, Trabajo muy digno por cierto, pero eso no le resta ni un ápice de personalidad.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Está bien que así lo haga si con ello disfruta, no hace mal a nadie, sólo se hace a ella misma la vida más placentera.
ResponderEliminarEstá bien que así lo haga si con ello disfruta, no hace mal a nadie, sólo se hace a ella misma la vida más placentera.
ResponderEliminarTu relato nos introduce en la vida cotidiana de una mujer, que por mantener el gusto por el buen vestir, nos lleva a la presunción... Muchas veces, nos guiamos por lo que vemos y de ahí sacamos nuestras conclusiones. Un interesante y bien narrado enfoque del tema que nos planteó Tere! Como siempre es un gusto leerte!
ResponderEliminarBesos!
Gaby*