Vuelvo esta semana a los jueves de nuevo (ya tenía ganas), me apetecía especialmente la propuesta de Juan Carlos. Un relato inspirado en una canción. Mi aportación es este relato que ya publiqué hace varios años, aunque ligeramente retocado.
Otoño de celuloide
— ¿Y no te da algo de miedo mirar hacia
delante?
— Sí, sí, como a todo el mundo me da un poco
de miedo, pero…, es por lo que hay que luchar. Es… la única solución.
— Para quién, ¿para ti o para mí?
— Para ti, para mí, para los dos…,
para todos…
Fiorella Faltoyano y José Sacristán se
miraban a los ojos sentados uno frente al otro, pensativos y distantes tras el
diálogo, conscientes de que su tiempo se había terminado. Luego, el plano se
fue abriendo, alejándose, mientras suave y lentamente comenzaba a sonar la
canción de Gloria Laso:
Nunca sabré como tu alma ha encendido mi
noche,
nunca sabré el milagro de amor que ha nacido
por ti.
Nunca sabré porque siento tu pulso en mis
venas,
nunca sabré en que viento llegó este querer,
mi vida llama a tu vida y busca tus ojos
besa tu suelo, reza en tu cielo late en tu
sien…
Un fundido convirtió en negro toda la
pantalla y enseguida comenzaron a emerger enormes letras con un largo mensaje
avanzando de abajo a arriba:
‘A
nosotros, que supimos, cuando ya no había remedio,
que aquel mundo Imperial en Cinemascope y
color DeLuxe
que nos habían prometido en el colegio y en
tantos discursos
y sermones no existiría nunca… “
Con añoranza me dejé envolver por el sonido y
el almibarado mensaje de amor y felicidad de la melodía mientras asimilaba aquellas
palabras que iban recordando cuantas cosas habíamos ido dejando atrás en el
transcurrir de la vida. Un melancólico pesar comenzó a gemir en mi pecho.
‘A
nosotros, que hemos ido llegando tarde a todo: a la infancia,
a la adolescencia, al sexo, al amor, a la
política…”
Lentamente el mensaje fue terminando, las
notas de la canción se acallaron y finalmente las luces se encendieron. Miré a mí
alrededor, apenas media docena de personas empezaban a levantarse y a salir de
la platea de butacas. Lanzando un suspiro miré hacia arriba, al “gallinero”,
donde tantas barrabasadas hicimos mis amigos y yo aquellos
sábados y domingos cuando éramos niños en los que el cine era el único espectáculo posible. Sonreí.
Cuando salí de la sala, volví a ver al
anciano Sr. Pepe, el dueño del cine Cultural y quién se encargaba de la
taquilla, el proyector y del pequeño bar desde que hacía algo más de un año su
mujer se marchara a descansar para siempre mientras despachaba un billete, como
había hecho en los últimos veintisiete años. Apostado en la puerta se despedía
uno por uno de todos los “amigos espectadores”, como a él le gustaba llamar a
sus clientes.
Tenía los ojillos vidriosos cuando dándole la mano me despedí de él; le deseé lo mejor, aun cuando sabía que al día siguiente se marchaba a vivir a una residencia, —ya soy muy mayor para vivir sólo —me dijo. Emocionado como estaba le pedí, casi como una súplica, que cada día hiciera lo posible por rememorar todas y cada una de aquellas películas que durante tantos años nos había proyectado. Sería una buena compañía. Yo también lo haría; él y sus películas consiguieron que muchos disfrutáramos de sueños e ilusiones inalcanzables, e incluso que algunos acabáramos amando el cine con pasión – Reconstrúyalas cada día —mi voz sonaba entrecortada —y vívalas de nuevo, escenas y recuerdos no le van a faltar.
Tenía los ojillos vidriosos cuando dándole la mano me despedí de él; le deseé lo mejor, aun cuando sabía que al día siguiente se marchaba a vivir a una residencia, —ya soy muy mayor para vivir sólo —me dijo. Emocionado como estaba le pedí, casi como una súplica, que cada día hiciera lo posible por rememorar todas y cada una de aquellas películas que durante tantos años nos había proyectado. Sería una buena compañía. Yo también lo haría; él y sus películas consiguieron que muchos disfrutáramos de sueños e ilusiones inalcanzables, e incluso que algunos acabáramos amando el cine con pasión – Reconstrúyalas cada día —mi voz sonaba entrecortada —y vívalas de nuevo, escenas y recuerdos no le van a faltar.
El Sr. Pepe colocó una de sus manos encima de
mi hombro y con sonrisa triste me dio unos golpecitos mientras con afabilidad aseguraba que
así lo haría. Me recordó cuanto nos iba a echar de menos, a nosotros y al barrio. Luego, susurró unas
gracias y suavemente, con aquel caminar lento y pausado que le caracterizaba,
se encaminó hacia el interior para apagar por última vez las luces del cine Cultural.
Diálogo y escena de película: “Asignatura pendiente” (José Luis
Garci, 1976)
Estrofas de la canción: "Luna de Miel" (Gloria Lasso)
Foto: Años 70, cine Cultural; Mislata (Valencia)
Estrofas de la canción: "Luna de Miel" (Gloria Lasso)
Foto: Años 70, cine Cultural; Mislata (Valencia)
Vi esa peli, me hizo pensar.
ResponderEliminarMuy buen relato y muy bien enraizado con la canción de Gloria Lasso.
Y cómo nos marcaron esas películas y esos tiempos, en diferentes lugares, diferentes edades, diferentes experiencias, pero cuánto tenemos en común por ello.
ResponderEliminarUn relato cinematográficamente bello con todo el tecnicolor de la juventud y las asignaturas pendientes....
un beso
Aquellos cines de barrio, ¿Cómo olvidarlos? Películas que formaron parte de nuestra vida, y que añoramos porque llenaron nuestra juventud.
ResponderEliminarLa canción es inolvidable y queda perfecta en el relato.
Un abrazo
Un relato fiel a tu estilo, o sea, impecable y precioso!
ResponderEliminarUna historia que sobre el final se pone tristona, pero que está llena de detalles imperdibles.
Y como si fuera poco, hasta nos regala una canción.
Excelente aporte juevero, me alegra mucho que hayas regresado.
Un abrazo.
Recuerdo la historia y he vuelto a disfrutarla, más con todos los agregados.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, mi amigo escritor.
Me ha encantado, hay mucha ternura en las escenas de tu relato...
ResponderEliminarY me trae muchísimos recuerdos, de los cines de antes, del que tenía justo al lado de mi portal, de mi niñez...
Gracias, pues con tus letras y con la música y película que has elegido, me has hecho pasar unos momentos felices.
Muchos besos
Hola, José:
ResponderEliminarFelicidades por el relato.
Tiene una voz propia que da fuerza al recuerdo como recurso para inmortalizar momentos felices, a la vez que está muy bien zurcido con los diálogos de Garci y la canción de Laso.
Un abrazo, José.
Me has emocionado, no sé si por mi amor al cine o por el que tengo a esas personas como el Sr. Pepe.
ResponderEliminarPor otra parte, pienso mucho en algo semejante a la conclusión de la película, que es genial, pero aplicándola a la generación de nuestros hijos, a quienes preparamos para un mundo con derechos y oportunidades que se ha ido diluyendo poco a poco y qué casi me hace desear que vivan un mundo, al menos, como el nuestro.
Abrazos, amigo..
La película me gustó mucho cuando la vi, Gloria Laso y su luna de miel ¿ Quien no se pondrá nostálgico al volver a escucharla ? Mi madre la solía cantar mientras colgaba la ropa.
ResponderEliminarBesos amigo, me alegra tu vuelta .
Me has enternecido con tu historia. La evocación de esos pasajes de aquella película que nos marcó a quienes andábamos transitando la misma edad por aquella época, nos vuelve a sensibilizar.
ResponderEliminar=)
Qué excelente puesta en el pasado, en el recuerdo entrañable! Un relato que transporta en el tiempo trayendo a la mente aquellas salas de cine barriales, épocas de películas y fascinación por los habitantes de la pantalla. Siempre es grato leerte, así que celebro este regreso a los jueves literarios!
ResponderEliminarBesos!
Gaby*
Qué preciosa historia amigo, cuántos recuerdos de aquellos tiempos del cine donde jugamos, hicimos barrabasadas y nos enamoramos. Qué bonita la foto del cine en los años 70, imagino que habrá desaparecido. La canción me encanta y Gloria Lasso es única.
ResponderEliminarUn abrazo.
Una historia cercana José Vicente, tan bien narrada que nos transporta a ese tiempo de cines de barrio, hoy el cine es otra cosas. Felicidades.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me queda de tu historia, ese sabor agridulce de llegar casi siempre tarde a todo.
ResponderEliminarMe encantó la película y me gusta la canción elegida que he oido muchas veces.
Magnífico relato, José Vicente.
Un fuerte abrazo.
¡Qué bonito relato!
ResponderEliminarAbrazote utópico, Irma.-
Los rrecuerdos vuelven solos de tu mano.
ResponderEliminarUn abrazo.
No recuerdo la película pero sí la canción. Me encanta el cine pero en el pueblo donde yo viví no había ni eso! La primera película que yo vi en el cine fue La Guerra de las Galaxias...Has recreado muy bien aquella época que he visto en otras películas y me ha recordado un poco a "Cinema Paradiso"
ResponderEliminarMe alegro de que hayas vuelto a los jueves
Un Beso
¿Cómo explicártelo?... La canción, la película, el director, y en especial ese final con referencias a los personajes que llenaron nuestro pasado cotidiano. (Porque con diferentes nombres todos teníamos los mismos) Es la película de mi vida, esa en la que me veo y en la que tanto me gratifica estacionarme en sus fotogramas.
ResponderEliminarEl cultural de Mislata... supongo. Yo las veía en uno que estaba cerca de donde tu vives... El cine Ribalta.
Me ha gustado leerte y releerte.
Abrazos