La llamada
Miro el teléfono con decisión mientras trato de convencerme
a mi mismo de que definitivamente de esta tarde no pasa que llame.
Han sido ya muchas las veces en las que henchido de un
presunto arrojo me proponía llamar,
pero siempre, en el último instante, cuando con el auricular en la mano me
disponía a marcar el número, la vergüenza de no saber estar a la altura me
bloqueaba y echándome para atrás de modo cobarde colgaba sin cumplir el
objetivo propuesto.
Luego me sentía mal, yo no deseaba ser más aquel niño
mojigato que no se atrevía a hablar a la chica de sus sueños, ahora ya era un
hombre y no podía permitir que el exceso de pudor y la timidez echara al traste
con el fuerte deseo que tenía de llamar, de escuchar su voz, de ser capaz de
contarle mis deseos y mis sentimientos más profundos y sinceros. El delirio
y la pasión me empujaban cada vez con más fuerza a realizar esa llamada y
cumplir este deseado arrebato que me atormentaba.
Sin poder evitar el temblor en las manos, marco los números
que tengo apuntados en la llamativa y arrugada tarjeta que llevo en la cartera
desde hace tiempo. Hoy si, hoy cuando termino de marcar no cuelgo, aguanto el
tipo y escucho como el timbre del teléfono comienza a sonar al otro lado del
auricular.
Sobreponiéndome al enrojecimiento que me sube hasta hacerme
arder la cara, tomo aire de una forma profunda cuando, desde el otro lado del teléfono, la voz más dulce que
he escuchado en mi vida me habla casi como en un susurro directamente al
oído:
¡¡¡Buenas tardes cariño, somos las conejitas mimosas!!! ¿Qué
deseas hoy de nosotras?
Más llamadas de teléfono en casa de María José Moreno
Más llamadas de teléfono en casa de María José Moreno
Querido amigo, cómo me engañaste, yo esperaba otro final, jajajaja.
ResponderEliminarMuy pero que muy buen relato.
Un beso y buen jueves
Ya creía yo que era tu ángel. Y va y son dos..."ángeles", jajajaja. Muy bueno, sí señor: me has mantenido con una idea hasta el final.
ResponderEliminarUn saludo
Muy bien manejado este texto, de pensar una cosa, directa a otra mucho más picante jejejeje. El chico perdió su timidez como la billetera el dinero.
ResponderEliminarUn abrazo Jose Vicente.
Jose Vte...¡jejejej! picarón, este final seguro que le quita la timidez, en unos dias.
ResponderEliminarEsta es tierna
Es divertido.
Anna J R,
Maravilloso tu relato y el final sorprendente....jajaja
ResponderEliminarun abrazo
fus
Buenísimo!!! me imaginaba el hombre su físico...de verfad y el final divertidisimo!!!
ResponderEliminarBesos
jajajaja ya me esperaba yo un desenlace romántico y bucólico y resultó ser un pícaro ese timiducho! ajjajaa
ResponderEliminarUn abarzo
"Conejitas mimosas" jaja final brillante, tanta tensión para un hilarante cierre.
ResponderEliminarPD: ¿Cuál es el número de las conejitas mimosas o es solo ficción? jeje
La timidez puede resultar encantadora, pero a veces frena la comunicación y hasta el teléfono, marcar y hablar, resulta una tarea de titanes, para luego...encontrarse no con una, con "las conejitas mimosas", pues ánimos, nada de arrugarse. Era más pilluelo de lo que aparentaba en buen hombre.
ResponderEliminarJosé, me he divertido con la llamada, muy buena. Besitos.
Dejandole el comentario a San, hace un momento, se me ocurrió esta posibilidad.(Será que sintonizamos parecido? jajaj) Vengo directo a leerte y me encuentro con este texto fresco y divertido, aunque nos hace pasar por los nervios de los preparativos.
ResponderEliminarMuy entretenido, muy José Vicente.
besotes
jajajaja, qué bueno!
ResponderEliminarLa chica de sus sueños también puede ser una "conejita mimosa" que de algo hay que vivir que está la cosa muy malamente jajaja
Genial, el final!
Un beso.
jaja muy bueno!! la sorpresa está hasta la última línea. Se da por hecho que se trata de un amor de toda la vida, como el amor verdadero y cuando ya decide confesarle lo que lleva tiempo deseando, plas!! se acaba toda la emoción :))
ResponderEliminarEnhorabuena escritor.
Un abrazo
Jojojo, pobre chaval, tenía que expresar sus deseos y sentimientos más profundos.
ResponderEliminarAdemás, reflejas perfectamente lo difícil que es llamar por teléfono, más en la vergüenza de la adolescencia.
Abrazos.
jajaja ¡Las conejitas mimosas!
ResponderEliminarYa que me he reído con tu relato.
Animo y coraje en esta llamada.
Un abrazo.
el escozor, las palpitaciones, el aire entrecortado, es señal de que no se trata de un llamado más. Es el llamado.
ResponderEliminarSiempre hay que atreverse.
Siempre pasa la primera vez. Con el tiempo las conejitas mimosas terminan siendo como de la familia, el mismo número, la misma hora y las mismas "conejitas"... bueno a mí, una vez me contestaron las gallinitas picantes... serían las mismas?
ResponderEliminarDivertido, jugetón, sencillo y con caramelo, vamos como tú.
Abrazos.
Alfredo
Muy bueno ese final, no me lo esperaba. Has sabido llevar muy bien la tensión hasta que se oye la voz del auricular.
ResponderEliminarUn abrazo
Vaya con el chico tímido ¿quién nos lo iba a decir, eh? jeje. Un final inesperado y divertido este de las conejitas mimosas. Un beso.
ResponderEliminarMe gusta el final sorprendente, y el esperar tantos años para hablar con esa conejita mimosa. Buen relato.
ResponderEliminarJose no veas qué alegría tengo de poder entrar en este blog, porque en el otro que es el que frecuentaba me resulta totalmente imposible entrar, no se me abre la página, lo llevo intentando desde hace mucho tiempo, tampoco en el otro que tienes, y ahora al comprobar si podía entrar en este y ver que sí puedo entrar, no te imaginas la alegría que me ha dado poder leerte, voy a enlazar este blog para seguirlo.
ResponderEliminarJjajajaja menudo final inesperado el relato jajaja muy bueno.
Un beso.
Me encanta que el relato tenga varias lecturas, y que cada cual se imagine lo que ha sucedido. Yo creo que esperó tanto que le dieron el número de su amada a las conejitas. Cosas que pasan en la vida, jeje.
ResponderEliminarUn abrazo.
¿Ves qué bien? ¡Prueba superada! :D
ResponderEliminarLo malo es que yo no veo mucho futuro a esa relación con la conejita... ¬¬
Besos y buen finde, José Vte.
aquí maría gustava, la conejita conejo que le hará lo que usted quiera mientras que me pague. que quiere que sea gustavo, hecho;que quiere que sea gustava; ídem...mi empresa está para lo que el cliente quiera...
ResponderEliminarpor lo pronto, de regalo, medio beso...jajajjaj
¡Que guasa tienes, José!.
ResponderEliminarDivertido este tímido tan picaron.
Un abrazo
ibso
Muy divertido José, ese final descoloca completamente y dibuja una sonrisa.
ResponderEliminarLo bueno es que por fin se haya animado, todo lo demás mejor dejarlo a la imaginación.
Un abrazo enorme.
Picaruelo el chico, tímido, tímido, y anda con ganas de juguetear con el rabito rosa de la conejita, que es una oronda sesentona enfajada, llena de rulos y con zapatillas de estar por casa viejas de su marido, que hace punto mientras pone voz melosa y dulzona entre el aroma de coliflor que sale de su cocina.... :)))))
ResponderEliminarBeso y cafelito!
jajajajaja, gracias Censura, genial interpretación, tan divertida como el final del relato, jajaja.
EliminarUn abrazo a todos y gracias por vuestros comentarios. Me alegro que os haya arrancado una sonrisa, que para llantos ya tenemos bastante con ver el telediario (y alguno de mis relatos, jajaja)
Muchas gracias a todos
jajajaja... vaya que divertido final eee no me lo esperaba, pero supongo que a muchos les dan aquellas ganas, pero aún no se atreven eee o quizás algunos quizás ya lo han hecho jajaja...
ResponderEliminarMira este relato al menos termina con un toque gracioso, hasta ahora la inspiración de los compañeros has sido más sería, incluso he pasado susto. Me encanta leerles por los relatos tan diferente unos de otros, eso sí, todos geniales. Besitos.
ResponderEliminarJejeje, a mi también me has dejado con una sonrisa :). Muy bueno
ResponderEliminarUn abrazo
Lola
Jejeje, a mi también me has dejado con una sonrisa :). Muy bueno
ResponderEliminarUn abrazo
Lola
Muy buen final, eso de las conejitas me encanta y si son mimosas aun mejor. Yo tengo por ahí uno que si recuerdas quien le hablaba al telefono era su mujer. Gracias por participar. UN beso
ResponderEliminarAlgo muy importante seran para el protagonista de tu relato esas conejitas mimosas, que le hagan vencer una timidez tan fuerte. Final inesperado y divertido.
ResponderEliminarUn abrazo.
Las conejitas mimosas como forma de vencer la timidez y tambien la soledad que no sé cual de las dos tendrá más peso en esa determinación final de marcar y aguantar el tipo para escuchar al otro lado la afectuosa y fingida voz de alguien sin rostro y seguro que muy distante del ideal forjado en su mente en interminables jornadas de duda e indecisión.
ResponderEliminarDivertido y jocoso pero yo lo encuentro tambien tristemente tierno.
Un fuerte abrqazo.
Con razón no me fío yo de los tímidos.
ResponderEliminarEres un caso, pero has conseguido una historia divertida y sorpresiva de una ídea sencilla.
Un placer leerte, compi.
jejeje... y bueno... no sé como hacen pero de esas llamadas parece haber miles por día! un abrazo!
ResponderEliminarUn minuto de arrojo destapan años de timidez para echar a volar la imaginacion y "ver" lo que uno quiere ver,lo que la voz nos haga soñar, lo que el telefono nos deje percibir.
ResponderEliminarUn beso
Reconozco que me la has colado del todo. Mola :D
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