martes, 30 de junio de 2015

Contando 53 semanas - Semana 27 de 53: Etéreo

Vuelvo a las semanas de Sindel, que en esta ocasión ha propuesto la palabra: Etéreo.

Etéreo
  … A aquel barco intrépido le gustaba volar, desplegar sus velas y surcar el viento. Como un pájaro con plumas de seda se sentía libre navegando el aire sereno, sorteando frailecillos y jugando con aviones de cristal entre nubes de algodón y cielos aguamarina…


 


 ...Y un día ya no regresó. Su utopía quedó para siempre arropada dentro de los límites de la etérea imaginación de un niño que nunca quiso crecer y en los sueños de quien nunca olvidó su niñez. 
 
 Fotografías propias y originales, sin montajes pero con ligeros retoques. 



domingo, 28 de junio de 2015

Cierre de la convocatoria del jueves y relevo


Y llegó el final de la convocatoria de este jueves tan especial para mí. Ha sido una semana intensa y tremendamene emotiva donde he querido poner el foco en un tema que inexplicablemente parece olvidado en las catacumbas del tiempo, y que sin embargo es absolutamente actual; los "Rostros de la Polio"
La polio no se extinguió cuando Jonas Salk prometió no patentar el sol, o cuando más tarde Albert Sabin nos invitase a unos dulces terroncitos de azúcar regados de vacuna. Y, aunque así hubiese sido, todavía quedaron esas secuelas que hace que sus supervivientes necesiten decirles al mundo ¡Oye, sigo aquí y necesito que a veces me escuches! Porque la polio hoy, en este mundo occidental, son los "Efectos Tardíos de la Polio", y sobre todo el "Síndrome PostPolio" (SPP), y en los paises en conflicto armado o con severa pobreza, un drama que continúa vivo. El relato de Merche es bien elocuente al respecto.

Han sido varios quienes han reflejado su temor a enfrentarse a un tema como este. La palabra difícil, la he visto escrita en varias ocasiones y lo entendía perfectamente, porque, resumido en palabras de H... (Perla Gris): "es muy difícil crear historia de quienes sin duda han forjado la suya a base de fuerza, coraje, ganas y lucha..."  Pero es que luego, a continuación, he podido admirar relatos enormes, algunos geniales, y la mayoría de una sensibilidad extrema. También he podido comprobar como algunos jueveros han acudido a documentarse para tratar de hilvanar una historia sobre unos hechos que en muchos casos casi desconocían. Es admirable y solo por eso ya ha valido la pena la propuesta.
Lo quiero resumir en un estracto del comentario que en mi blog ha puesto Alma Baires: 
"Cuando planteaste el tema temí no poder con él, pero no quería "faltar"; y ahora, estoy feliz de haber participado, un aprendizaje sin dudas y en muchos sentidos".

De corazón quiero daros las gracias por vuestra participación, por vuestros relatos de experiencias reales, inventadas, reflexiones, etc. etc. Estaba convencido que los jueveros responderíais a este reto porque además de grandes escritores sois personas comprometidas. Personalmente esta semana a mí me lo habéis demostrado. Muchas gracias por hacer que me sintiera orgulloso de ser juevero.

Le cedo, ahora sí, la vez a Juan Carlos que es quien nos invitará desde su blog ¿Y que te cuento? a una nueva propuesta para el relato del jueves de la semana que viene.

Y por último, quiero dejaros con unas cuantas fotografías de esa exposición que, organizado por la Asociación Malagueña de Polio y Postpolio (AMAPyP), se ha celebrado en el Patio de Banderas del Ayuntamiento de Málaga y de donde he escogido las fotos para esta semana juevera.

A todos, un abrazo y muchas gracias.



















jueves, 25 de junio de 2015

Los jueves relato. Rostros de la Polio: Sonrisas robadas


Esta es mi participación. Podéis leer más relatos con Rostros de la Polio entrando aquí.


  

Sonrisas robadas


Contaba su madre que Rocío nació vivaracha y chiquitilla, con la vida entera cargada en los pulmones, hasta que trece meses después, unas fiebres de otoño, agotaron su salud y achicaron sus piernas para convertirlas en delicadas ramitas de sarmiento. Decía que la niña jamás lloró su infancia quebrada, ya vertía ella suficientes lágrimas en interminables noches de rezo y blasfemias. De día solamente cabían las sonrisas robadas entre batas blancas y tocas aladas que parecían listas para flamear al cielo. Ambas aprendieron a intercambiar dolor por cariños entregados.
Rocío, acostumbró a dormir sus noches envuelta en hierros; aun hoy duerme con las piernas separadas, aterrada por la sensación de tenerlas sujetas por los pesados grilletes que le pellizcaban la carne.
El paso del tiempo le mostró dos cosas: que ya siempre andaría por la vida ceñida en toscos esqueletos de metal y que su madre la seguiría sonriendo desde el cielo.

Como en un suspiro pasó la adolescencia sentada en el escalón del portal de su casa, soñando con una comba en la que jamás brincó y abrazando una calle que nunca correteó. La polio le fue marcando el carácter. Con diecisiete años encontró a su primer novio que nunca la invitó a pasear. Con diecinueve salió con otro chico que se aburrió de no poder sacarla a bailar y con veinte conoció a un tercer hombre que desapareció justo al día siguiente de comunicarle que esperaba una hija.
Y Sara nació, y durante mucho tiempo la hizo feliz:
  —Vamos Sarita, corre mucho, corre rápido y cuéntale a tu madre lo que sientes.

Ahora, ya han pasado los años. La cocina, lugar de tantas confidencias, observa un presente que habla de despedidas. Sara se marcha a vivir la vida que desea. A Rocío hace meses que la retiraron de su puesto de vendedora de la ONCE. ¡Que iba a hacer! Se siente cansada, con los huesos deshechos de artrosis, de años de hierros y caminar cimbreante y de una polio que un día regresó sin ser invitada.
   —Dicen que tengo mal genio,  —grita Roció, haciendo malabarismos con la muleta y la sartén — ¿Quién no lo tendría si no hubiera manera de freír un huevo sin que se pegue a la sartén? 

Sara ríe con escándalo mientras Rocío la mira y percibe una soledad que ya anda mezclada en añoranzas, y piensa que la vida no es más que un carrusel en el que no siempre eliges el caballito al que has de subir. Es entonces, vacilando como una marioneta, cuando se acerca y besa a su niña, y durante apenas un segundo siente llorar al silencio, al tiempo que unas sonrisas robadas comienzan a brotar desde el recuerdo.

Foto de la colección Rostros de la Polio, autor Alfonso Díaz-Huertas. Asociación AMAPyP