jueves, 26 de febrero de 2015

Los jueves relato: Canciones - Otoño de celuloide

Vuelvo esta semana a los jueves de nuevo (ya tenía ganas), me apetecía especialmente la propuesta de Juan Carlos. Un relato inspirado en una canción. Mi aportación es este relato que ya publiqué hace varios años, aunque ligeramente retocado.  

Otoño de celuloide

—  ¿Y no te da algo de miedo mirar hacia delante?
—  Sí, sí, como a todo el mundo me da un poco de miedo, pero…, es por lo que hay que luchar. Es… la única solución.
—  Para quién, ¿para ti o para mí?
—  Para ti, para mí, para los dos…, para todos… 

Fiorella Faltoyano y José Sacristán se miraban a los ojos sentados uno frente al otro, pensativos y distantes tras el diálogo, conscientes de que su tiempo se había terminado. Luego, el plano se fue abriendo, alejándose, mientras suave y lentamente comenzaba a sonar la canción de Gloria Laso: 

Nunca sabré como tu alma ha encendido mi noche,
nunca sabré el milagro de amor que ha nacido por ti.
Nunca sabré porque siento tu pulso en mis venas,
nunca sabré en que viento llegó este querer,
mi vida llama a tu vida y busca tus ojos
besa tu suelo, reza en tu cielo late en tu sien… 

Un fundido convirtió en negro toda la pantalla y enseguida comenzaron a emerger enormes letras con un largo mensaje avanzando de abajo a arriba: 

‘A nosotros, que supimos, cuando ya no había remedio,
 que aquel mundo Imperial en Cinemascope y color DeLuxe
 que nos habían prometido en el colegio y en tantos discursos
 y sermones no existiría nunca… “ 

Con añoranza me dejé envolver por el sonido y el almibarado mensaje de amor y felicidad de la melodía mientras asimilaba aquellas palabras que iban recordando cuantas cosas habíamos ido dejando atrás en el transcurrir de la vida. Un melancólico pesar comenzó a gemir en mi pecho.

‘A nosotros, que hemos ido llegando tarde a todo: a la infancia,
 a la adolescencia, al sexo, al amor, a la política…”

Lentamente el mensaje fue terminando, las notas de la canción se acallaron y finalmente las luces se encendieron. Miré a mí alrededor, apenas media docena de personas empezaban a levantarse y a salir de la platea de butacas. Lanzando un suspiro miré hacia arriba, al “gallinero”, donde tantas barrabasadas hicimos mis amigos y yo aquellos sábados y domingos cuando éramos niños en los que el cine era el único espectáculo posible. Sonreí.
Cuando salí de la sala, volví a ver al anciano Sr. Pepe, el dueño del cine Cultural y quién se encargaba de la taquilla, el proyector y del pequeño bar desde que hacía algo más de un año su mujer se marchara a descansar para siempre mientras despachaba un billete, como había hecho en los últimos veintisiete años. Apostado en la puerta se despedía uno por uno de todos los “amigos espectadores”, como a él le gustaba llamar a sus clientes.

Tenía los ojillos vidriosos cuando dándole la mano me despedí de él; le deseé lo mejor, aun cuando sabía que al día siguiente se marchaba a vivir a una residencia, —ya soy muy mayor para vivir sólo —me dijo. Emocionado como estaba le pedí, casi como una súplica, que cada día hiciera lo posible por rememorar todas y cada una de aquellas películas que durante tantos años nos había proyectado. Sería una buena compañía. Yo también lo haría; él y sus películas consiguieron que muchos disfrutáramos de sueños e ilusiones inalcanzables, e incluso que algunos acabáramos amando el cine con pasión – Reconstrúyalas cada día —mi voz sonaba entrecortada —y vívalas de nuevo, escenas y recuerdos no le van a faltar. 

El Sr. Pepe colocó una de sus manos encima de mi hombro y con sonrisa triste me dio unos golpecitos mientras con afabilidad aseguraba que así lo haría. Me recordó cuanto nos iba a echar de menos, a nosotros y al barrio. Luego, susurró unas gracias y suavemente, con aquel caminar lento y pausado que le caracterizaba, se encaminó hacia el interior para apagar por última vez las luces del cine Cultural.   

Diálogo y escena de película: “Asignatura pendiente” (José Luis Garci, 1976)
Estrofas de la canción: "Luna de Miel" (Gloria Lasso)
Foto: Años 70, cine Cultural; Mislata (Valencia)
 

martes, 17 de febrero de 2015

Contando 53 semanas - Semana 8 de 53: Amantes


Participo por primera vez en este año en las convocatorias de Sindel con una historia que he vuelto a recuperar de aquel "Despertar". La ilustración es original para el relato y es obra de una excelente pintora y mejor amiga: Carmen Artigas.

 

AROMA FINAL

Los amantes rozaron el universo casi al unísono, fue aquel un momento tan mágico, como ninguno de los dos recordaba haber sentido nunca.
Esta era su última cita, habían decidido terminar con su amor prohibido y, con todo lo que les había unido durante aquellos años. Quemaron fotos y destruyeron regalos, pero decidieron quedarse con lo que, sin duda, era lo más preciado que se podían entregar y lo que verdaderamente les había unido durante todos aquellos años, ellos mismos.
De forma instintiva, comenzaron a recorrerse lenta y lascivamente por última vez, se tocaron cada centímetro de sus cuerpos acariciándose con las manos, se besaron con suavidad y también con pasión, recorrieron con sus lenguas cada palmo de piel y, sobre todo se olieron, absorbiendo cada uno el aroma del otro.
Ninguno de los dos quería dejar que nada se perdiera. Ambos sabían que cuando se separaran nunca más se volverían a encontrar, así lo habían acordado. 
Durante aquel tiempo indeterminado, que a ellos les pareció solo un pequeño instante, se olfatearon y se apoderaron cada uno de la esencia del otro, nunca…, nadie…, jamás, se lo iba a poder arrebatar. El aroma de sus cuerpos, el perfume de esa pasión que tantas veces habían sentido y el olor de esta última tarde de amor iba a quedar, bien resguardada, en lo más profundo de sus cerebros. Para siempre.